jueves, marzo 22, 2007

Literatura Barata: Cabeza Borradora


Subí lentamente cada uno de los escalones, emergiendo mi figura, peldaño a peldaño, de un mundo subterráneo. Detrás de mí, un mar de gente y el letrero que señalaba mi ubicación: Callao.

Avancé, titubeante y decidido a la vez, no queriendo pensar mucho en lo que estaba a punto de ocurrir. Abrí la puerta, y tras un breve vistazo supe hacia dónde debía dirigirme: tercera planta. Más escaleras. "Al menos, éstas también son mecánicas", pensé, intentando ver lo bueno de todo este asunto. Pero en seguida noté el amargo sabor de la ironía: a decir verdad, aquéllo no tenía ningún lado positivo al que aferrarse.

Tercera Planta. Diviso dos hombres con una ridícula bata blanca. Uno de ellos, rubio-engominado con pose de proxeneta, pero endiabladamente pequeño y con un bronceado inhumano. El otro tipo, muy alto; tal vez demasiado para sí mismo: de ahí su postura arqueada. Me atiende éste último, con tal tono de voz que en seguida descubro que no es su apariencia lo único alicaído en su persona. "Normal", pienso. “No debe ser muy gratificante que tu trabajo consista en joder a las personas, una tras otra, sin solución de continuidad”.

Le explico cuál es mi problema mientras él asiente reiteradamente, con profesionalidad y tedio, como si mi historia la llevase escuchando eternamente. Tras un profundo examen y consiguiente diagnóstico, me explica la solución y sus consecuencias; las mismas que yo me temía y que no quería ni oir.

Lo asimilo, pero intento forzar la situación un poco más (la esperanza es lo último que se pierde, ¡siempre!). Le pregunto, o sería mejor decir “le suplico”, una intervención alternativa; o, al menos, una segunda opinión. Ambos miramos a su minúsculo compañero, que nos devuelve la mirada con toda la solemnidad que le permite su estúpido bronceado y esa ridícula bata blanca. “Coincido con mi colega”, asevera, ”no existe otra solución”.

- Podemos empezar cuando quieras –dice el larguirucho aplatanado
- ¡¡¡¡Cómo...!!!! ¿¿Ya?? ¿No es un poco precipitado?
- Lo sería de haber otra solución. Tardaré unos 15 minutos. –sentenció.
- Y entonces...lo perderé todo, ¿verdad? Todos mis recuerdos, mis secretos, mis amigos... ¡todo lo que guardé en mi memoria durante estos años! –exclamé, lo más dramático que pude, intentando dar la máxima pena posible con la esperanza de escuchar un milagroso “A no ser que...”. Un inesperado giro de guión digno de las telenovelas más rancias y, por supuesto, de Prison Break.

Pero el sepultador de recuerdos no había visto demasiada televisión:

- Ajá – se limitó a asentir, imperturbable y curtido tras una vida dedicada a usurpar la memoria de otros como yo.

Seguidamente, me explicó el procedimiento, y me enseñó sus herramientas y cómo las pensaba utilizar, gesticulando sobremanera y haciendo ruidos grotescos. Era una de esas situaciones en las que el exceso de información no ayudaba en absoluto.

- ¿Me va a doler? –pregunté en un alarde de ingenio y humor negro.

Por la extraña expresión de su cara, el cabrón larguirucho pareció no entenderlo. Así que me resigné, apreté los dientes, y lo dejé todo a su voluntad durante los siguientes minutos.

Al cuarto de hora regresé. Lo primero que ví era que el tipo seguía allí, en la misma postura en que lo dejé la última vez. Me recibió con un intento de sonrisa:

- Creo que ha sido todo un éxito. Comprueba a ver si te queda algo.

Busqué en mi memoria con el pulso acelerado...pero estaba completamente vacío. Resultaba tan inconcebible, que más bien parecía estar lleno de las más absoluta nada. Nada por todos lados, como en la Historia Interminable.

Recojo mis cosas, derrotado, y me despido del borrador de memorias.

- ¡Hasta luego! –dice con cierto tono maquiavélico, como sabiendo que nos volveremos a ver, tal vez cuando yo tenga otra vez suficientes recuerdos que poder enterrar.
- Gracias. Adiós....... –digo.

Me apresuro a montarme en un dragón parecido al de Atreyu (que aunque no es blanco, al menos es mecánico), que me lleva hasta la planta baja. Salgo del edificio y camino pensativo rumbo al agujero del que emergí, el del letrero de Callao, mirando intermitentemente hacia atrás. Y cuando ya estoy a salvo en el vagón, y seguro de que no me oye, expiro en voz baja:

- .....hijo de la gran puta.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi particular visión de lo que supone que tras 5 años se bloquee tu movil, y que la única manera de arreglarlo consista en llevarlo al Centro Nokia para reiniciarlo (tambien llamado "borrado total")

También es una crítica a la dependencia que generan estos bichos. Antaño nuestros padres guardaban las cosas en la cabeza, o en un papel. Yo de la noche a la mañana he pasado a no poder comunicarme con nadie, y a no poder leer antes de dormir las cosas bonitas que en su día me escribieron Tirso o Guillermo en mensajes, y que guardaba como oro en paño.

Y sin duda, ésto va dedicado a Manu, un profesional en lo que a perder agendas y mensajes se refiere. Todos deberíamos seguir su ejemplo e intentar perder el movil, al menos, una vez al mes. Asi tal vez nos dariamos cuenta de que no es para tanto. Y volveriamos a escribir las cosas en un papel. Como dios manda.

Anónimo dijo...

"Excelente alegoría acerca del poder que ejercen sobre nosotros las nuevas tecnologías"
(The New York Times)


"Elegante forma, profundo fondo...imprescindible!!"
(Herald Tribune)

Leonardo dijo...

Este irónico pasaje no hace sino confirmarte como un privilegiado cronista de nuestro tiempo, dotado de una afilada empatía social capaz de diseccionar el sino de nuestra sociedad en dos brochazos de vida. Grande. Grande.

Respecto a lo "liberarse" del móvil, os animo a ello encarecidamente. Desligaros de la tecnología, mejor dicho, desligaros de aquello que liga vuestra vida con la tecnología. He dicho.

Manu os propone... Compraros un lapicero y un sacapuntas, un goma Milan, varios folios, y escribid una carta a aquella chica de la playa. Comprad un sello, chuparlo y arrojad el sobre en un buzón. Hacedlo por mí. Porque yo, porque yo... perdí la dirección de aquella chica.

Anónimo dijo...

esta claro que el movil es una lacra o droga de la que es dificil desengancharse, pero que buenos aquellos momentos en los que lees esos sms "especiales"...
por otro lado, que fueron de esas quedadas de antaño a las 5 de la tarde en el kiosco verde del corte ingles....??
pd:muy cremas alfred!!a ver si me vienes a ver por palermo o que???
un beso fuerte

Anónimo dijo...

oh si kiosco verde!

Anónimo dijo...

No entiendo nada, tal vez x no he leido el texto, tal vez....

Anónimo dijo...

Muy cremas Alfons... muy cremas.